TRIUNFE SIN ESTEREOTIPO
MACKALEXDIGITAL: ¡LA MEJOR MANERA DE CRECER!
Por Manuel
Alexis para MACKALEXDIGITAL
La palabra triunfo, muchas
veces usada como sinónima de éxito, como consecuencia de las imposiciones
mediáticas o el manejo perverso del rumor público, necesitan (tanto el triunfo
como el éxito) ser comprendidos y analizados bajo una perspectiva y percepción
más acorde con la realidad del presente.
Perspectiva, pues hoy más que
nunca, tenemos que colocarnos de tal forma que podamos ver el futuro a cierta
distancia y en una posición dada, de modo que si
no podemos ver lo que se oculta detrás del espejo, al menos podremos intuir
mediante una mezcla del presente con el pasado, posibles comportamientos del
entorno y las circunstancias, sin olvidar
aquello que se quiere lograr, como dijo Paul Nitze (citado por Selecciones de octubre del 1 992, p.
69).
Naturalmente, teniendo en cuenta que
la ESPERANZA no es la convicción de que las cosas
saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido, sin importar los
resultados… (como muy bien asegura Vaclav Havel, en Disturbing the Peace. Idem) y ahí está la clave de la observación
del futuro en relieve formando lo que se llama dibujo en perspectiva, sin obviar los temores, pero manteniendo la
esperanza como probable, aunque esté alejada en el tiempo.
Muchas veces
suceden cosas que usted había previsto y otras no; pero sin embargo, las que
más perturban su mente son las últimas, pues los seres humanos tendemos más a
darle importancia a los resultados del diez por ciento de los temores en contra
del noventa por ciento que normalmente anda bien en la vida como muy bien
escribía Dale Carnegie.
Es de sumo
interés respecto de lo arriba mencionado, recordar la aseveración de Clint
Eastwood de que: No creo en el pesimismo.
Si algo no sucede como deseamos, hay que seguir adelante sin doblegarse. Si uno
piensa que va a llover, llueve… (Idem). Y es que, aunque las cosas no
siempre marchan como esperamos, la persistencia para el alcance de los
objetivos debe prevalecer.
Perceptiva,
pues debe primar una buena elección y tratamiento de la información sensorial,
la cual viene apalancada la mayoría de las veces por la seleccion de un fino y
adecuado sentido común (el más común de los sentidos como alegan muchos), el
cual, según Yash, Hipat Roses e Imeld […] es "el don provisto para saber
distinguir todo lo que nos rodea: el bien, el mal, la razón y la
ignorancia"… (Citado por Héctor Tineo en Opiniones, El Caribe, martes 21
de mayo del 2 013, p. 21… htineo@hotmail.com).
Naturalmente, el sentido común es colectivo,
eminentemente retrógado y dogmatista; el buen sentido es individual, siempre
innovador y libertario
[…] y es el que finalmente distingue al hombre o la mujer de talento del
montón, como muy bien señala José Ingenieros en su libro El hombre mediocre (Errepar – Longseller, Buenos Aires, Argentina,
2 000, Clásicos de Bolsillos, p. 36) y esta aseveración de JI es coincidente en
algún sentido con el pensamiento del escritor inglés Samuel Johnson (citado por
El Caribe, el jueves 6 de junio de 2 013 en su sección de Gente, p. 24) cuando
escribe: Se puede tener por compañera la
fantasía, pero se debe tener como guía a la razón
Sin embargo,
cabría preguntarse: ¿estamos siempre, y cien por ciento seguros de que tenemos
una perceptividad correcta del entorno y
las circunstancias en un momento dado?
Absolutamente no. Y lo ideal para el triunfo y el éxito estriba en darse
cuenta a tiempo cuando las percepciones no son correctas; actuar en
consecuencia y admitir el yerro sin darle sentido lato, con alguna onza de
suspicacia.
Es
necesario, sin embargo, hacer una bisección del triunfo y del éxito, pues
aunque se hayan en partes proporcionales en un mismo plano, como las moléculas,
trasmutan en la práctica, con una ligera diferencia que los distinguen.
El triunfo
normalmente es un éxito acaecido en un momento determinado de la vida, por un
buen desempeño, una victoria, que pueden estar acompañados de ciertos altibajos
como puede ser, para ejemplarizar, la ganancia de un general en una guerra, y
su entrada triunfal en el terreno del enemigo, después de varios intentos o una
obra literaria que adquiere fama en un momento determinado de la historia, pero
que en sentido general su autor está limitado a ese instante, mientras su
camino al éxito tiene que estar escoltado por varios triunfos sucesivos, los
cuales en su momento, y como una sumatoria de toda su obra, determinarán si
realmente fue exitoso, o pura casualidad.
Es por esta
razón que los Premios Nobel son dirigidos a la labor de toda una vida, aunque
pese a la hora de tomar la decisión, una obra en particular, triunfante en un
momento dado.
Se puede
aseverar, que el triunfo es menos lato que el éxito, y éste a su vez menos que
la gloria, de la cual no vamos a dar ninguna explicación en este momento,
pues no es el móvil de esta exposición
En fin, lo
más importante, es tomar en cuenta que cuando acontece un triunfo, puede ser
tan efímero, que no corone el éxito, provoque un ensueño momentáneo, y haga que
el protagonista del mismo se duerma en sus laureles, y todo por que no armonizó
en perspectiva los traveses circunstanciales que se ocultan detrás del tiempo
(y que nadie puede predecir de modo exacto), en un mundo cada vez menos lineal,
con la percepción adecuada, y alguna chispa de suspicacia.
Y precisamente la suerte del principiante es que todavía no ha aprendido cuando y como perder, por ello el derrumbe de muchos cuando ganan en el intento y pierden en la continuidad y perseverancia, pues no asimilan de modo adecuado el caos natural de la vida y la naturaleza, y confunden el positivismo excesivo con la incertidumbre positiva.
"Mejor lo intenso que lo extenso. La perfección no consiste en la cantidad, sino en la calidad" como muy bien señala Baltasar Gracián, escritor español, citado por El Caribe, el viernes 24 de mayo de 2 013, en Gente p. 28, que se complementa con la famosa frase de Napoleón, de que para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común, pero le agregamos que este último es sólo como un apalancamiento de la razón, y nada mejor que la vida misma de Napoleón, quien como señala JI, citado en párrafos anteriores, éste es colectivo y no individual, que no resuelve, pero ayuda en un momento dado.
Nunca olvide lo que dice Paul Nitze más arriba de no olvidar lo que se quiere lograr. No le haga caso a las opiniones ajenas que sólo persiguen desaminarle ante el fracaso de sus propias frustraciones y esté siempre convencido(a) de que lo que hace y persigue, tiene sentido, aun con los resultados en contra.
Y finalmente, desarrolle la cualidad de ser un observador(a), auténtico(a) que trate de comprender, sin prejuicios, la cotidianidad de la vida, pues la indiferencia ante lo simple y sencillo de la misma, le puede hacer creer sus propias aberraciones.
Mantenga su esperanza sin avasallar a los demás, y evite a toda costa, maltratar a nadie, pues en su momento, tu propia ancianidad o muerte, se encargará de cobrarte
Y por último, trate de no ser vanidoso(a), ya que La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados, como muy bien anota Ernesto Sábato, en Sobre héroes y tumbas (Editorial Seix Barral, Barcelona, España).