MACKALEXDIGITAL: ¡LA MEJOR MANERA DE CRECER!
El amor, como todo, tiene también su sello de clase, a veces de manera muy abierta, otras soterrado, pero lo que sí es cierto que Sartre no se equivocó cuando dijo que la relación de pareja es una lucha continua de dominio de un lado o de otro que produce una sensación de libertad ficticia y felicidad momentánea en un ciclo de vida corto... lucha encarnizada de prevalecencia de uno u otro hasta en la separación (no sic).
Veamos este relato, tomado del libro Vorágines de Amor escrito por Mackalex.
LA MISIVA
‘Nada más la Luna y el Sol te superan. Cualquier astro adicional, sólo está para adornar tu entorno. Sí, sí, sí, ya sé que vas a decirme que pese un poco más; que deje gravitar los ensueños; y sé que vas a decirme también que mi embasamiento es débil’
Pero se está tan bien aquí arriba; se siente tan bien aquí, donde se dispersan los yerros de sueños profundos que sólo tuvieron vigencia en la mente del especulador profundo.
’Sí, se siente bien aquí arriba, hasta que pueda pesar de nuevo, y sentir que allá abajo, no tengo nunca más que dispararme al firmamento a gravitar alrededor del Sol. Se siente bien aquí. Naturalmente, contigo aquí arriba; sin ti allá abajo.
Querida Lucy:
“Cuando niño, sumido en esa extrema situación donde el futuro nebuloso se encuentra enmarañado, sinuoso, y el pan de la esperanza se torna indecifrable para quienes tienen que alcanzarlo por uno, dándole un sabor ácido y un aspecto tornasolado que de vez en cuando se convierte en moho, pero que de todos modos había que transformarlo para lograr su cometido, solía soñar con caballitos y duendes de cristal, siempre posicionados por encima de mi cabeza, y trataba de tocarlos con las yemas de mis dedos, apenas rozándolos, como el beso fingido sobre la mano femenina, de seculares costumbres protocolares...
”Me elevaba tan alto con ellos, que aún sin alcanzarlos, parecía que soñábamos juntos, pese a que cada vez que alcanzaba una mano en mi afán, ellos se alejaban dos...
”Quizás, es que pensábamos algún día, volver a pesar o... bueno...
”Pero, lo cierto es, que no estaba seguro de lo que haría con ellos una vez alcanzados, y me vino a la mente el famoso cuento del Viejo, el Niño y el Burro, pues no sabría —pensaba— si montar sobre los caballitos junto a los duendes o que ellos se montaran sobre mí; pero como todavía no pensábamos volver a pesar en el laboratorio de mi mente, decidimos alternarnos; después de todo, es muy aburrido hacer siempre lo mismo.
”Aun con la felicidad que me embargaba alrededor de mis compañeros, inquietaba mi espíritu, un hermoso gnomo —el cual, con todo lo que me atraía, parecía rodeado de una agañaza inmaterial que aun el mismo Edipo se confundiría para adivinarla— que pasaba de vez en cuando por encima de mi inseparable escolta aérea, produciendo latidos, a ritmo de cueros, en mi corazón...
”Sin embargo, no podía verle el rostro; pero lo sentía; no podía tocarle, pero mis dedos parecían desplazarse por una pantalla táctil, la cual, al ser tocada, me presentaba una figura informe que rebatía de nuevo mi corazón; y una desesperación loca empezaba a inquietar mi alma, la cual no volvió, nunca más, a reposarse, tratando de retener algo que sólo se encontraba en los castillos de naipes sobre mi cabeza, que mi ensoñación arquitectónica había creado.
”No hubo un sólo castillo que no estuviera lleno del gnomo; parecía que habían sido construidos a su medida...
”Y cosa extraña Lucy, cada vez más, gnomo, castillos, caballitos y duendes, aun con el disfrute que me producían, parecían desvanecerse en nubes...
”Nubes, Lucy, cuyas descompresiones se producían hacia arriba en formas de burbujas que se negaban a pesarse en agua, alejándose gradualmente cada vez más sobre mi cabeza, y tal aumento de la distancia que separa lo que se quiere alcanzar de lo que se tiene, sin saber por qué, tendía a volverme mohíno Lucy, más bien alicaído Lucy, como los días mustios del invierno.
”Algo pasó, entonces Lucy. Algo muy extraño Como aturdido, tomé el pincel de mi imaginación, y comencé a darle forma al nomo:
”primero le adicioné los ojos para que me viera, pues deseaba ardientemente que lo hiciera para perderme en la profundidad de su mirada.
”Luego Lucy, le puse brazos para que me abrazara, y mientras los diseñaba, copos de nieve parecían triturar mis huesos.
”Le perfeccioné el rostro con inspiración de artista para que me comprendiera...
”Pero como todo artista Lucy, cometí un error, olvidando que el arte, por más que refleje la realidad, jamás supera la realidad misma.
”Y es ahí Lucy, que le armé de brazos; pero no le corté las alas que le permitían volar para alejarse cada vez más de mí. Ni le di cuerpo para que se pesara; tampoco piernas para que caminara.
”Peor aún Lucy, olvidé introducir la química que produce las reacciones en los tejidos orgánicos. Así es querida Lucy, obvié mi propia acción molecular sobre el gnomo y, naturalmente, no podía exigir respuestas...
”Y es cuando, Lucy, inesperadamente, el niño se convirtió en adulto; los castillos se volvieron: ¡nada! Como espuma de mar se desvanecieron los duendes; y de los caballitos, ya nunca, nunca más, tampoco supe nada...
”Y así, ¡tan de repente!, apareciste tú: ¡el gnomo perfecto; la equivocada! Tú —y con ello me despido Lucy—, tan irreal e imaginaria: con rostro, pelo, piernas, brazos... pesando sobre la tierra, pero quién sabe dónde: torva, confusa, y sin rumbo el alma.
”O debiera decir, Lucy: ¿nuestras almas?”
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LA CONTRAMISIVA
“¿Cómo se complica la gente la vida!
”¡Si es tan fácil! Sí: ¡tan fácil!
”Después de todo, el pan mío, nunca ha sido de esperanza; ha estado siempre ahí: ¡tan a la mano!, que nunca ha tenido tiempo de enmohecerse...
”Pero claro, un camino que pesa, y una estrada que sueña, jamás coinciden sus sendas; o el arquitecto de sus diseños se esmeró en representarlos contrapuestos; en planos con propósitos ¡tan diferentes... tan a distancia... tan...!!!
”Y... bueno, la verdad, que nunca me han entusiasmado los cristales: ¡son tan frágiles!”
“Querido Fred:
”No hay frase más determinante que aquella de que los sueños sueños son... y mi vida, ha sido diseñada, no para salir en carrera loca detrás de ellos, sino, simplemente para recordarlos como lo que son: eso Fred, sueños; simplemente sueños... y nada más Fred; sueños...
”Como bien sabes Fred, por ello siempre he preferido la prosa cruda del novelista, al aire movedizo del poeta, que en su vuelo, trata de dar sentido a las veleidades propias del amor: ¡tan de él Fred!
”Pobres poetas Fred; metaforizando siempre la realidad, a la cual convierten en muerta rodeada de cirios; adornada con flores, y alimentada con lágrimas...
”No, no, no, Fred; prefiero ver el desparramo del vino, o el espectáculo multiforme y multicolor de burbujas salidas del champaña, en tanto el metrónomo, cual radar a la espera, planea la velocidad y movimiento de la música... sí Fred, prefiero todo esto, a la salificación de mares remados por párpados de almas compungidas y confusas, presas de sus propios temores, esperando ver a Dios un día.
”Oh Fred; Fred, Fred, ... déjame volar un poco contigo, aunque no me guste el viaje aéreo de los poetas como te dije al principio de mi misiva, o mejor Fred: ¿de mi contramisiva!
”¿Recuerdas el poema de El Río Fred? Sí Fred, ese mismo Fred; aquél de Fernán Félix de Amador que tanto dedeñaba. Pesa de una forma tan contundente Fred, que me tomo la libertad de recordártelo:
Por qué buscar un vano deleite que no existe,
si en el fondo de todo se encuentra el viejo hastío?
Seamos fuertes y huraños, ya que la vida es triste
—y hasta corta diría yo Fred; muy corta—
y dejemos que corra a nuestros pies el río.
Yo he sido, en otro tiempo, ingenuo e impetuoso
cada piedra de arroyo me pareció un diamante,
—tus caballitos Fred; tus duendes Fred... ¡tu gnomo, Fred!—
y en un esfuerzo inútil, sin placer ni reposo,
marchando en mi redor pensé que iba adelante.
Hoy he visto las cosas de manera más cierta
—mis ilusiones eran siete viejas descalzas—
[Tus castillos... tu gnomo Fred]
volví, pues, a mi casa y, cerrando la puerta.
eché por la ventana todas mis piedras falsas.
”Por qué te empeñas en buscar un vano deleite que no existe: ¿por qué?
”Oh Fred, aún con tus entretenimientos de cristal: ¡tan frágiles Fred! Sin embargo, supiste aprovechar mi peso, sin dejar ningún rincón por escudriñar Fred: ¡se rompieron encima de mí Fred!
”¿Recuerdas Fred La Casa, de Pura del Prado? ¿La recuerdas?
”¡Claro qué la recuerdas! Por más que se pese, no dejan de fluir de vez en cuando las ingenuidades, pues el reflejo de los cristales también deja sus marcas.
”Oh Fred, ¿por qué me habré identificado tanto en aquel entonces con este poema: ¿lo recuerdas Fred?
Si me vieras, amor, como a una casa
y penetraras hondamente en ella,
hacia el último patio con estrella,
hasta el sótano oscuro en que se basa.
Si con el aire lento con que pasa
frente al espejo una muchacha bella,
te fueras demorando en cada huella.
cada ceniza, amor, y cada brasa.
Si no te quedara de mi vida
ninguna habitación desconocida,
ningún baúl con el olor de un sueño;
y luego, haciendo un ademán sencillo
como estrenando tu ademán de dueño,
te guardaras la llave en el bolsillo.
”¿Estás ahí Fred, soñando todavía con figuritas de cristal? Ya ves Fred, que de vez en cuando, hasta yo he tenido mis figuras de cristal; lo único Fred, que pesando siempre, las he entregado sin reparos; sin reparos Fred; sin reparos... las he pulverizado. ¡Y sin arrepentimientos, Fred! Después de todo Fred, las casas cambian de dueños, y los llavines se cambian: ¿verdad Fred?
”Bien Fred, en el río, mejor que se desvanezcan tus recuerdos, y los añicos de tus cristales; después de todo Fred, ¡has disfrutado la casa!
”Ha podido más el peso que el aire: ¿o no, Fred?
”Quizás Fred, yo debí subir más al centro de la tierra, y tú bajar más a la superficie...
”Pero de todos modos Fred: ¿no hubiera sido lo mismo?
”A falta de atracción molecular: ¿no se hubieran impuesto los contrasentidos de vectores de fuerzas?
“Hasta pesando sobre la tierra: yo en el centro; tú en la superficie, creo que tampoco nos hubiéramos encontrado: ¿verdad Fred? ¿Estás ahí Fred? Fred; Fred...”