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¿SE DESPLAZAN O DESAPARECEN LA RENTABILIDAD Y EL VALOR DE UNA EMPRESA?
MACKALEX
En la parte primera de este trabajo, vimos algunos conceptos generales más filosóficos y metafóricos que propiamente empresariales, con el fin de esclarecer la importancia del valor desde el punto de vista químico según ley de la conservación de la materia o de la masa o más denominativo Ley Lomonósov-Lavoisier, elaborada en principio por Mijaíl Lomonósof en 1 745 y por Antoine Lavoisier en 1 789 y se sabe que es una de las leyes fundamentales en todas las ciencias naturales y que establece un punto muy importante: «En toda reacción química la masa se conserva, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa obtenida de los productos».
Esto tiene una importancia fundamental ya que permite extraer componentes específicos de alguna materia prima sin tener que desechar el resto; también es importante debido a que nos permite obtener elementos puros, cosa que sería imposible si la materia se destruyera»1. Es decir, según la expresión que se ha hecho tan popular entre nosotros, nada se crea, nada se pierde, todo se transforma.
Y lo mismo sucede con el concepto abstracto de EMPRESA y si entendemos la palabra rentabilidad como calidad de rentable, y esta última a su vez como productora de renta suficiente o remuneradora, entonces nos remitimos a su accionar verbal, y nos topamos con que desde este punto de vista acontece la categoría de producir o rendir beneficios o utilidad anualmente (aunque hoy en día por la aceleración sin parangón de los procesos se establezcan parámetros trimestrales).
Utilidad que representa la cualidad de útil y por otro lado, provecho, conveniencia, interés o fruto que se saca de algo, o mejor, de ese proceso de utilización.
¿Y cuándo se pierden estas rentabilidad y utilidad en las empresas?
Sencillamente, cuando se pierden los temas relacionados con valor para el cliente, calidad e impulso del cambio organizacional mediante la creación de conexiones más amplias y profundas con los clientes, y las innovaciones más recientes de por lo menos el alcance de la tecnología mínima que se necesita para lograr respuestas y servicios más rápidos y ágiles, sin menoscabo de la calidad.
Y es que tal como asegura Guaspari en su novela El Efecto Valor (autor también del libro Érase una vez una fábrica), cuando las personas o las empresas se empeñan en proveer el máximo valor a los clientes, de una manera genuina y honesta, amparados en la última gran innovación, se energizan y permanecen llenas de energía, lo cual a su vez les motiva a estar atentas a cualquier cambio inesperado que pueda provocar que su valor se desplace a otras manos.
Las empresas y los emprendedores deben estar atentos a suspender acciones que no agregan valor, y sobre todo a valorar la parte más importante de toda organización: LAS GENTES, pues muchas veces los pasos repetitivos y desfasados, la mentalidad de cavernícola empresarial, la repetición de tareas innecesarias, la desvalorización del personal entre otras, hacen que no hayan finanzas ni sitio de trabajo saludables, y todo sabemos que no puede haber finanzas sanas sino se hace un esfuerzo por lograr alcanzar el potencial pleno y reconfortante, y una de las palabras claves para no dejar escapar EL VALOR, es INVOLUCRAR.
Las empresas desfasadas siempre quieren que les adivinen el pensamiento, y no establecen sistemas que le permitan a su personal saber hacia donde se dirige la empresa ni cuáles son sus metas, pues el secreto y la acción subrepticia son su norte, y confunden el poder discrecional de una negociación con el misterio de su sistema operativo y luego vienen las lamentaciones y los descalabros por no entender los principios de la PARTICIPACIÓN.
Continuaremos con la exposición en otra entrega.
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