lunes, 16 de noviembre de 2009

RENTABILIDAD Y VALOR DE UNA EMPRESA




El Mundo de los Negocios y el Entusiasmo


¿SE DESPLAZAN O DESAPARECEN LA RENTABILIDAD Y EL VALOR DE UNA EMPRESA?
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Todos hemos oído hablar de la ley de la conservación de la materia o de la masa o más denominativo Ley Lomonósov-Lavoisier, elaborada en principio por Mijaíl Lomonósof en 1 745 y por Antoine Lavoisier en 1 789 y se sabe que es una de las leyes fundamentales en todas las ciencias naturales y que establece un punto muy importante: «En toda reacción química la masa se conserva, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa obtenida de los productos».
Esto tiene una importancia fundamental ya que permite extraer componentes específicos de alguna materia prima sin tener que desechar el resto; también es importante debido a que nos permite obtener elementos puros, cosa que sería imposible si la materia se destruyera»1. Es decir, según la expresión que se ha hecho tan popular entre nosotros, nada se crea, nada se pierde, todo se transforma

La experiencia y experimentos realizados por Lavoisier pusieron de manifiesto que si se tiene en cuenta todas las sustancias que forman parte en una reacción química y todos los productos formados, nunca varía la masa.

Por lo tanto de esto se deduce que en reacciones químicas, la masa se conserva, y la manera más fácil de saber esto es pesándolo con una balanza. La masa se puede transformar en energía y la energía se puede transformar en masa, en una relación de integración indisoluble desde el punto de vista cuantitativo, que forma un nuevo elemento de cualidades aparentemente diferentes, pero de componentes amparados bajo una misma medida.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la rentabilidad y el valor de una empresa?
Mucho más de lo que usted podría imaginarse.
Así como el señor feudal cambió su fisonomía por la del señor burgués, producto de una ‘reacción química’, ese producto formado nunca varió la masa de ese 1% que controla y siempre ha controlado la sociedad y las riquezas, de la misma manera que el primero se transformó de esclavista en señor feudal. Simplemente no hay suicidio, sólo unos permanecen y otros ‘perecen’ o desaparecen del aparato productivo y son sustituidos o superados por otros, que entienden mejor el momento y reaccionan acorde, pero en esencia es como si se pensara que es el mismo disfraz con diferente máscara .
El reactivo no es más que esa parte adjetiva que se produce desde el punto de vista de la reacción, pero desde el punto de vista químico para nuestros propósitos, es esa sustancia empleada para descubrir y valorar la presencia de otra, con la que reacciona de forma peculiar.

Y es que como decía Hegel2, la sociedad humana nunca es estática, sino que avanza constantemente creando nuevos marcos conceptuales productivos que se originan en la absorción de los anteriores ya superados. Es sencillamente un asunto enmarcado dentro de la categoría de la dialéctica: Solamente síntomas esporádicos indican el profundo sacudimiento de este mundo; la frivolidad y el fastidio que invaden a lo que aún subsiste, el presentimiento vago de algo desconocido son los signos anunciadores de una cosa que se ha puesto ya en movimiento. Esta descomposición continua, que no alteraba la fisonomía del todo, queda bruscamente interrumpida por la salida del sol, que, en el fulgor de un relámpago, dibuja la forma del mundo nuevo. Y así es no sólo en la naturaleza, sino también en los negocios, la política, la tecnología, sociología, economía y demás. Y tal como asegura Sally Helgesen3 vivimos en un mundo volátil porque el cambio en el entorno que nos ha tocado vivir no es un hecho concreto del pasado, sino que tiene lugar de forma constante y necesitamos guía para ayudarnos a navegar en lo que vayamos encontrando.

Y es que en una economía del conocimiento la competencia puede venir de cualquier parte. Simplemente, las grandes inversiones de capital no son tan valiosas o importantes como una nueva idea a punto de eclosionar. De este modo se explica el extraordinario boom empresarial que ha sucedido en la última década y que ha tenido como efecto debilitar las jerarquías y liberar a los individuos del control de las organizaciones como nunca antes había sucedido.
Pero el valor del conocimiento también exige que las compañías y los emprendedores trabajen aún más debido a que décadas de afanes  pueden quedar borradas del mapa por un competidor con escasos recursos. Por lo tanto, cuando la competencia dice que no hay lugar para los tibios porque el entorno castiga a los que se quedan rezagados, está diciendo la verdad. Y eso se sabe y se siente, y además se ve todos los días.
¿Qué se desprende de lo expuesto respecto de la migración de valor de una empresa o sector económico?

Eso se verá en la semana próxima en su segunda parte y con algunas importantes recomendaciones para los emprendedores potenciales y los ya establecidos.
 

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